LA VERDAD SOBRE LA
INTOLERANCIA A LA LACTOSA, SUS CAUSAS Y CUESTIONAMIENTOS
¡Fiorella estaba
tan avergonzada! Casi una hora después de haber disfrutado de una pizza y un
poco de helado con un grupo de amigos, su estómago comenzó a retumbar
repentinamente como si se tratara del motor de un autobús. Pronto, la barriga empezó
a dolerle sin compasión y tuvo que ingresar al baño cada cinco minutos. “Quería
que la tierra me tragara”, recuerda. Con tanta diversión en el centro
comercial, Fiorella se había olvidado de vigilar su ingesta de leche, como le había
indicado el médico. Ella padece desde los cuatro años de Intolerancia a la
Lactosa (IL) y sus síntomas afloran cuando toma as leche de la que su cuerpo
puede soportar.
“Las personas con
IL generalmente no toleran la leche ni otros lácteos. Cuando su organismo
detecta su presencia aparecen cuadros de diarrea, ruidos intestinales, distención
abdominal, gases náuseas y retortijones”, precisa la nutricionista Mónica
Bamonde.
La IL se presenta
cuando el intestino delgado no es capaz de absorber la lactosa (o azúcar de la
leche) debido a la deficiencia de una enzima llamada lactasa. Esta se encarga
de transformar o “desdoblar” la lactosa en azucares más simples, como la
glucosa y la galactosa, que son fácilmente absorbidos en el torrente sanguíneo y
transformados para energía del organismo. “Cuando la lactasa no actúa
correctamente o no está presente, las bacterias intestinales se encargan de
desdoblar la lactosa provocando los síntomas propios de la intolerancia. La
severidad de estos síntomas dependerá de la cantidad de lactosa que cada
persona pueda soportar”.
AZÚCAR AMARGO
Pero rojo, la IL no
es una intolerancia a la leche: es más bien una intolerancia al azúcar que esta
contiene. Como asegura el nutriólogo Arnaldo Hurtado, la leche es un alimento
necesario para la vida humana ya que soporta la cantidad de grasas
necesarias para el crecimiento de los
niños, y es un alimento importante para el desarrollo y fortalecimiento de los
huesos (muy importante prevenir la osteoporosis). “Mucha gente tiene la
costumbre de no consumir lácteos, y eso produce también una baja de lactasa.
Esto sumado a los factores genéticos y culturales podría condicionar este
cuadro”.
Sin embargo el
debate empieza cuando constatamos que los niños en edad escolar y los adultos
son los más afectados con esta enfermedad. Sucede que en la etapa infantil, el
ser humano esta genéticamente programado para perder enzimas como parte de un
proceso biológico. Según el endocrinólogo Víctor Benavides, el cuerpo humano está
preparado para consumir lactosa únicamente en los seis u ocho años meses de
vida. Precisamente cuando nuestro alimento primario es la leche materna. Luego
de esta etapa (cuando ocurre el llamado “destete”) el consumo de leche se hace
cada vez más distanciado, por lo que la lactosa va disminuyendo hasta
ausentarse de manera definitiva.
“La etapa de
lactancia cuando salen los dientes. Sin embargo, el ser humano es inducido a
seguir lactando durante toda su existencia, y lo más extraño es que lo hace
utilizando leche de especies distinta a la raza humana. El problema surgió
cuando los europeos trajeron la costumbre de tomar leche animal hasta la edad
adulta, justamente cuando la lactasa escasea de forma natural”.
ADAPTACIÓN BIOLÓGICA
Esta suerte de
variabilidad en los hábitos alimenticios explicaría por qué la IL es tan común en
poblaciones del norte y occidente de Europa. Los europeos tienen una historia
de más de diez mil años en el consumo de leche animal, lo que les ha permitido
una adaptación biológica a lo largo de muchas generaciones (solo un 10%) de
europeos padece IL). En cambio en otros continentes, entre ellos América, donde
el consumo de lácteos a lo sumo tiene menos de 500 años.
Nuestros
antepasados no conocieron en ganado vacuno u ovino hasta la llegada de los
españoles. Cuando dejaban la leche materna, los niños conseguían más fuentes
nutritivas en verduras y legumbres como la quinua (rica en calcio) o en otros
productos propios de cada región. Continua Benavides: “Los asiáticos, africanos
y americanos precolombianos jamás tomaron leche después de deslactarse. Sin
embargo, la conquista obligo a la mayoría de indígenas a adaptarse a esa
costumbre extraña hasta entonces.
En los archivos de
Indias, por ejemplo, se consigna como los aborígenes eran obligados por los
encomenderos a comprar leche de vaca y la manera en que eran víctimas de ‘tormentas
de agua y lodo’ refiriéndose a los vómitos y diarreas resultantes de dicha
intolerancia digestiva”.
Las cifras no
mienten: más del 75% de afroamericanos y nativos americanos sufre en la
actualidad de IL y más del 90% de asiáticos también, producto de todo un bagaje
lácteo heredado por los conquistadores. En el Perú, las estadísticas nos hablan
de un tercio de la población, aunque el hecho de que la leche de vaca sea de
uso eventual o nulo en la mayoría de peruanos dificulta un diagnóstico preciso.
“No hay que olvidar
que es la propia naturaleza la que determina la perdida de lactosa. Algunos
pueblos mantienen activa dicha enzima por motivos de necesidad, ya que se alimentaron
principalmente de la leche del ganado (como ocurrió con los europeos). Sin
embargo, el resto, un 75% de la población, no tiene dicha capacidad”.
DIETA CON CALCIO
Las consecuencias de
la IL varían de acuerdo a la edad. Un niño que no tolera la lactosa padece de
diarrea y no gana peso cuando la leche forma parte de la dieta. En los adultos,
una diarrea intensa puede impedir una adecuada absorción de nutrientes porque
estos son eliminados del cuerpo con una demasiada rapidez. “Además, la IL trae
como consecuencia una reducción en la ingesta de calcio. Los niños y adultos
que tienen IL deberían asegurarse de obtener suficiente calcio con dietas
especiales, que pueden incluir pequeñas cantidades de lácteos, aunque debemos
tomar en cuenta que hay otros alimentos que también aporta este mineral,
incluso más que la leche”, indica el nutriólogo Hurtado.
Uno de los exámenes
más usados para medir la absorción de la lactosa en el sistema digestivo es el
Test de Tolerancia a la Lactosa (TTL). En ayunas, se bebe un líquido que
contiene lactosa. Posteriormente se toman muestras de sangre en un periodo de
dos horas para medir el nivel de glucosa. El resultado indica lo bien que el
cuerpo puede dirigir o no la lactosa.
El examen de Hidrógeno del Aliento es otro de los métodos más utilizados por los galenos. El
paciente ingiere una bebida con alto contenido de lactosa y posteriormente se
analiza el aliento a intervalos regulares para medir la cantidad de hidrógeno “La
lactosa no digerida en el colon es fermentada por las bacterias y da como
resultado la producción de varios gases, incluyendo el hidrógeno. Cuando
existen niveles altos de hidrógeno en el aliento, se diagnostica la ingestión inadecuada
de lactosa”.
Puede también realizarse
un test de acidez de las heces o una biopsia del intestino del intestino
delgado que permite determinar la presencia o no de enzima lactosa en la mucosa
intestinal. “Esta prueba puede descubrir otras posibles causas de absorción.
Existen casos donde la IL tiene un origen patológico o congénito. Además
algunos niños nacen intolerantes, aunque son casos muy raros”, afirma
Benavides.
Si usted sospecha
que pueda tener enfermedad, intente hacer este examen en casa: deje de consumir
lácteos por diez días. Si los síntomas desaparecen puede tener una leve certeza
de tener IL. “Luego de este periodo consuma pequeñas cantidades de lácteos por
la misma cantidad de días. Si los síntomas regresan se debe llamar a un
especialista”, refiere el gastroenterólogo Gustavo Gálvez.
COMO TRATARLA
La intolerancia a
la lactosa puede ser controlada evitando los alimentos que la contengan (sobretodo
productos lácteos). Pero cuidado: el cambio no debe ser brusco sino paulatino.
Una supresión vertical, sobre todo en los niños pueden alterar seriamente la
conducta alimentaria frente a sustancias desconocidas.” Hay que tener en cuenta
que las pequeñas cantidades de lactosa pueden ser toleradas hasta que, en forma
gradual, los alimentos que la contengan sean definitivamente erradicados. Los
productos lácteos fermentados como el yogurt produce una mejor absorción de la
lactosa, y se toleran mejor que la leche ya que contienen microorganismos que
la desdoblan. Además, en muchos supermercados se puede encontrar leche
preparada especialmente sin lactosa para aquellos que insistan en seguir
lactando fuera de tiempo”, precisa Benavides.
Existen también sustitutos
de la leche, como la soya que, además de estar enriquecida, puede remplazarse
eficazmente. Sin embargo, hay que tener mucho cuidado al momento de adquirir
estos productos ya que en el mercado hay unos elaborados con suero de leche, y
que por lo tanto desencadenaran indefectiblemente la IL, como denuncio hace
unos días Alerta Nutricional. “Leer las etiquetas debería ser habito casi
compulsivo para todos los usuarios de estos productos. Recomiendo consumir
otros alimentos ricos en calcio y tener cuidado con las fuentes ocultas de
lactosa como panes, helados, galletas, sopas y aderezos”, concluye el Dr.
Benavides.
Seguimos con la lactosa...
En la infancia
aprendimos eso de que la leche nos ayuda a crecer fuertes y sanos. Sin embargo,
saber que este rico alimento es el responsable de los problemas digestivos de
casi un tercio de los peruanos, según un estudio de Alerta Nutricional, pondría
los pelos de punta.
El tema de la
Intolerancia a la lactosa (IL) continúa siendo motivo de debate entre los
innumerables defensores del consumo de lácteos y aquellos que reafirman que
este ataque digestivo se desencadeno precisamente cuando el ser humano empezó a
tomar leche de vaca
Según mas
investigaciones, cerca del 50% de sudamericanos, asiáticos y africanos padecen
de IL, pero esta solo afecta a un 10% de europeos. ¿A qué se debe tal
diferencia?
Para el endocrinólogo
Víctor Benavides, la IL pasa por un tema de adaptación biológica entre
poblaciones. Los europeos tienen miles de años consumiendo leche animal, en
cambio como la nuestra no. “La conquista obligo a muchas poblaciones a consumir
leche de vaca aun en la adultez, cuando lo
natural es que el ser humano solo lacte hasta el año de vida, precisamente
cuando la actividad de la lactasa empieza a disminuir”. Sin embargo para otros
investigadores, el tema va por la capacidad del organismo para dirigir la
totalidad de la lactosa ingerida y no por un mero accidente histórico. “Si bien
estamos programados para reducir paulatinamente la actividad de la enzima lactasa
conforme creemos, este proceso se agudiza cuando dejamos de tomar leche. La
leche humana tiene un 50% más de lactosa que la leche de vaca, de manera que
luego del destete no solo no se incrementa la cantidad de lactosa ingerida,
sino por el contrario, disminuye. Por eso es importante reintroducir la lactosa
de forma gradual consumiendo leche de vaca”.
Uno de los puntos
en donde los especialistas más difieren es relacionando con las cifras y la envergadura
de la IL dentro de la población. Para algunos, la IL estaría sujeta, en parte,
a la cantidad de leche que tomamos en la adultez. El 70% de los adultos tiene
diversos grados de producción de lactasa, algunos con la imposibilidad absoluta
de dirigir la leche y otros con una relativa que depende del volumen de la
ingesta. “Un recién nacido toma en promedio 200 mil de leche por kilo por día.
Si lo extrapolamos a un adulto de 70 kilos necesitaría tomarse 14 litros de
leche. Ningún adulto lo hace. Todo depende el volumen que tenemos. La leche es
un alimento más en la dieta adulta, por eso la intolerancia a la lactosa, se
presenta en algunos y otros no”, precisa el pediatra Hugo Campos.
De otro lado, para
el gastronómico Gustavo Gálvez gran parte de los casos de intolerancia podrían estar
relacionados con otras enfermedades propias del intestino delgado que, de igual
manera, condicional el organismo para que deje de producir enzimas como la
lactasa. “Muchas personas catalogan su diarrea o producción de gases como una
Intolerancia a la lactosa cuando en realidad puede ser una manifestación de
otros desordenes, como la enfermedad celiaca, un sobrecrecimiento bacteriano o
la enfermedad de Crohn. Si n embargo, la IL también tiene de trasfondo un
factor genético que debe ser tomado en cuenta por eso que afecta a unas
poblaciones más que a otras”.
LECHE CORTADA
Mucho se ha
especulado sobre la presencia de IL, en la etapa infantil. Algunos
especialistas señalan que la incidencia de IL, en los niños puede ser tan
similar como en los adultos. Sin embargo, hasta el momento no existen
evidencias que así lo comprueben. Los estudios demuestran que incluso los niños
a los que se diagnostica IL desde el nacimiento (casos muy raros) pueden tomar
pequeña cantidades de leche. “La IL no es una condición común entre los bebes y
niños. Además, se ha descubierto que la IL es una enfermedad recesiva, es decir
que los hijos de una persona tolerante con otra intolerante da como resultado
un bebe tolerante a la lactosa. Es de suponer que a largo plazo la IL desaparecerá”.